LA COMPAÑERA DE MI VIAJE

Hace 42 años, que empezamos juntos  andando nuestro camino, viviendo nuestras alegrías y nuestras penas.

Sin que me diera cuenta, sin que pudiera evitarlo, llegó, y  me envolvió como niebla silenciosa. A mis 30 años cumplidos, ni lo había soñado siquiera, con esa rubia, a esa sonrisa que me agradaba sin llegar a querer, si, esa rubia, a la que hoy tanto quiero, me envió de entre sus labios un  arpón envenenado que me traspaso el corazón y se me clavo en el alma. Así empezó mi salvación o mi calvario, acostumbrado a volar sin horario ni destino, sin compañía, con el descanso de la soledad, mi libertad, todo lo cambie, por la sonrisa  alegre, simpática, de la que fue y es, el amor de mi vida.

Hasta Palma de Mallorca, me persiguió un ángel sutil, que manejo mis pensamientos.

Musa que me hizo poeta, ordenando las palabras de mis versos a su antojo.

 

Lilas son, de frenesí

Orleando caprichosas

Las tiernas sonrisas en ti,

Igual que nácar de rosas.

Tus besos, llenos de candor

Aumentan brillo a tus ojos,

Guardianes son, de nuestro amor

Aureola sin enojos.

Rocío, que tempranero

Canta en tu pecho al nacer,

Igualándose al jilguero,

Al momento de amanecer.

 

 

Salpicante flor cupida,

Al amanecer la llama,

Naciente flor esculpida

Con un corazón que ama.

Honor, lámina pulida,

Estrella naciente y grana,

Zumbante amor, de quien te ama.

 

Clavado  en mí, tu sutil y hábil pensamiento, de soñada compañera, pegada a mí, con tu aroma, suspiro en el viento, yo te compre un collar de perlas, para que encadenaras mis sentimientos.

La luz que brilló en tu cara, me hizo daño en los ojos, tembló tu mano, igual que tu cuerpo, no hubo ni abrazo ni beso, solo hubo alegría, pero eras la mujer que yo amaba.

Nuestro sentir separado en dos cuerpos, solo tenía un pensamiento, era el amor, mecido por una dulce ola que nos llevaba en brazos a un tiempo. ¿Cómo  pudo nuestro amor, hacer algo tan grande, en tan poco tiempo?

Marcado a fuego  mi destino, sin buscarlo, fui andando, guiado en mi camino por un murmullo de amor, escondido, entre las flores de los nardos.

Santa Agueda, escuchó nuestro si y a sus pies volvemos para decirnos, todavía nos queremos. Hemos sido los primeros enamorados que elegimos a esta Santa, en Catral, para que fuera nuestro testigo, y a ella le agradecemos nuestro coraje para seguir unidos.

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