EL EGOISMO DEL PODER

 

Apenas respiras, tu sangre discurre lenta en tus venas, moribundo, ya no cantas, te han quitado la música y rasgada tu garganta, tus canciones alegres de otros tiempos ya no llegan ni a murmullo, moribundo Rio Segura, tu corazón ya no late, tu cuerpo se ha convertido en barranco abandonado, solo llegan a ti, los desperdicios de una sociedad que se ha bebido hasta la última gota de tu sangre.
Pero nadie se acuerda de aquel Rio, donde saltaban los peces, con tanta facilidad sus presas, que su cauce siempre llevaba agua, que había pájaros, peces, que tenía un agua de la que bebíamos los habitantes de muchos pueblos. Nadie se acuerda, unos por la edad y otros porque ya no quieren hacerlo, ¿no os acordáis de las tinajas que había en todas la casas?, ¿acaso no llenabais o veíais llenar las panzudas tinajas, con cubos desde las acequias?, ¿no recordáis el sabor de agua pura y dulce que dejaba posado en el fondo de su recipiente la materia de tierras, arena o cualquier otra aportación en el suelo de la vasija?
Nadie tiene memoria, en los hoyos de los partidores se quedaba cada tanda una pequeña balsa, se apartaba cualquier hierba que la pudiera cubrir el agua y bebíamos los sufridos huertanos, bebían los pájaros, bebían muchos animales que ahora parecen fieras feroces, antes eran compañeros de viaje de cualquier honrado agricultor. En la huerta Vivian, culebras, ratas, zorras, y cientos de animales que ahora no viven porque no tiene agua, han desaparecido los jilgueros, verderoles, gafarrones, cagastacos, las chichas, pequeños pajaritos que eran verdaderos ingenieros para fabricar sus nidos, las golondrinas, las codornices, los gorriones, las perdices y se conseguirá por los humanos que desaparezcamos todos, nos devorara nuestra Codicia.
El agua de la Segura se consideraba una bendición por los agricultores, era un regalo de la naturaleza, por eso había dos clases de tierra, la de regadío y la de secano, la de regadío se cultivaba con una bendición de frutos, la de secano solo daba frutos si llovía para que nacieran sus cosechas. El agricultor de regadío aprovechaba los acueductos de tierra, algunos de origen romano o árabe, tenían unos repartos establecidos, que se respetaba por todo el mundo, siempre hubo algún ratero, para regolfar las agua para que subiera hasta llegar a los bancales, se utilizaba unos partidores donde se colocaban unos tablachos, utensilio fabricado con tablas de madera, y últimamente de chapa de hierro. Los tablachos de madera al secarse esta se le hacían como unas rendijas, estas y las juntas entre el tablacho y las brencas del partidor se estañaban con estiércol de los animales, en esa época podía haber animales y su estiércol que se utilizaba para abono en toda la huerta. El agua que no se conseguía que subiera hasta el bancal se elevaba a pedal con unas norias que se movían por los hombres, pisando en sus escalones para que girara el tambor. Cuando el caudal de las aguas era mayor se utilizaban las cenias, artefacto que se movía con los animales, en esa época no había tractores y los animales se utilizaban para trabajar, con el agua que elevaban las cenias se regaba lo que no se había podido regar a hila, (que no podía subir por su peso).
Cuando todo esto ocurría, había muy pocos pantanos, había épocas de escases de agua, pero el agua era de las tierras regables de las vegas, Alta, Media y Baja, no se la daban los políticos a los dueños de las tierras de secano, no nos robaban el derechos que tenían las tierras, que no era otro que su agua para regar. No nos acordamos de las plantaciones de ñoras, pimientos, moniatos, patatas, cáñamo, sandias, melones y un gran etc. Que se cultivaban en la Vega Baja, incluido Catral, pues si señores políticos, malabaristas que los habéis hecho desaparecer. Ojala algún día no tengamos que lamentarlo.

José Gómez Ñiguez

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